España

La Chumbera apuesta ahora por el calé

 Por: Jorge Fernández Bustos  -  Granada 19/01/2009

El sábado 17 comenzó la temporada invierno-primavera en el Centro Internacional de Estudios Gitanos La Chumbera. Desde enero hasta junio, se irán sucediendo un ramillete de artistas con algunos puntos en común. Casi la totalidad de los flamencos que pisarán las tablas son gitanos y la gran mayoría son de la tierra. Se intercalará gente novel con otra más veterana. Su horario se retrasa media hora para dar tiempo a iluminar la Alhambra, verdadero protagonista de este escenario. Su precio seguirá siendo asequible, convirtiéndose en uno de los mejores locales para ver un flamenco serio y popular.
 
El cante, el toque y el baile se sucederán en La Chumbera, apostando por el espectáculo completo y mayoritariamente festero, por el tipo de público que allí acude, en su mayoría extranjeros y jóvenes. Una asignatura pendiente en esta sala es el factor técnico. Es decir, el sonido y la luz, que, por las especiales características del escenario, como pueden ser su gran cristalera al fondo de la escena y su altura diáfana, son difíciles de controlar. Algunos de los nombres que pasarán por el Centro serán: al cante, Jaime Heredia El Parrón, José Fernández o Manuel Heredia; a la guitarra, Rafael Habichuela, Emilio Maya, Carlos wow gold kaufen billig Zarate o Manuel Fernández; al baile, Angustias La Mona, Raquel La Repompa, Isa Vega o Lucia Guarnido; y a la percusión el brasileño Rubén Dantas.
 
El sábado inauguró las sesiones el cante añejo y sesgado de Antonio Carmona. Aunque abrió por alegrías y tangos, donde se le reconoce y se siente más a gusto es en el cante jondo. De forma que sus mejores entregas vinieron por levante y en forma de soleares o fandangos. A su lado, un Rafael Habichuela especialmente inspirado hizo las delicias del público atento. Destacó improvisando en las bulerías y haciéndole guiños a otras músicas. Capítulo aparte merece también Raquel La Repompa, que bordó las bulerías finales con sabia sacromontana y la gracia de quien le hierve la sangre a compás. Sorprende su evolución, su tino y su verdad sobre las tablas.