España

ANDRÉS PEDREÑO

  (Miembro del Foro Ciudadano y profesor de Sociología de la Universidad de Murcia)

GITANOS, OS NECESITAMOS, EUROPA OS NECESITA

«Ningún diputado defiende con constancia su causa, es decir, su desamparo, en el Parlamento Europeo ni en el Bundestag. No hay ningún Estado al que puedan recurrir y que esté dispuesto a apoyar y convertir en asunto de Estado sus, desde Auschwitz, justas reclamaciones», dice Günter Grass

Murcia - 23/10/2010

Lo acontecido en Francia con la política de Estado de persecución y deportación de personas de etnia gitana procedentes de Rumanía y Bulgaria es el penúltimo episodio europeo de activación del trazado de fronteras étnicas con una finalidad excluyente. Esa Europa que renació de las cenizas de las dos guerras mundiales convencida de los horrores y las tierras de sangre generadas por las fronteras etnonacionalistas vuelve por las ironías del eterno retorno a impulsar políticas de frontera contra migrantes, refugiados y minorías nómadas.

El sociólogo Immanuel Wallerstein ha mostrado en un artículo reciente que el fenómeno se extiende por toda la economía-mundo: el Tea Party en EE UU, el Zaitokukai en Japón, el surgimiento en casi todo Europa de proyectos políticos anti-inmigrantes; e incluso en países latinoamericanos o africanos «alza su horrible cabeza la xenofobia». En tiempos de crisis global, la restauración del refugio nacionalista donde estar con los míos y proteger lo mío es una pulsión de una tremenda fuerza. Pero, afirma Wallerstein, «la voluntad de abrazar los valores igualitarios a plenitud, incluido el derecho que tiene toda clase de comunidades a ejercer su autonomía, en la estructura nacional política que acomoda la tolerancia de múltiples autonomías, es una posición política difícil tanto de definir como de sostener». Sin embargo, termina afirmando Wallerstein, esa política «es probablemente la única que ofrece alguna esperanza de largo plazo de que sobreviva la humanidad».

Pero ese Principio Esperanza ¿tiene fuerzas políticas de apoyo? Los partidos de izquierda o centroizquierda, «la mayoría, no todos, aparecen cohibidos, parecen temerosos de que de nuevo se les acuse de antipatriotas», analiza atinadamente Wallerstein. Solo hay que ver el cierre de filas de los mandatarios europeos en torno a las medidas anti-gitanos del Gobierno Sarkozy para comprobar la frágil realidad del Principio Esperanza en la Europa de hoy.

Mucho se ha criticado a la comisaria europea de Justicia Viviane Reding por comparar las medidas contra los gitanos de Sarkozy con las deportaciones de judíos del filonazi gobierno de Vichy. ¿Estuvo realmente tan fuera de lugar esa comparación crítica? Al parecer de los gobernantes europeos que salieron en apoyo de Sarkozy, incluido el presidente José Luis Zapatero, tales declaraciones fueron un desacierto. Entonces ¿para qué sirve la memoria de ese acontecimiento que fue el holocausto nazi, esa «cesura y quiebra irreparable en la historia de la civilización», en denominación del escritor alemán y Premio Nóbel de Literatura Günter Grass, si no es precisamente para alertarnos de la recurrencia trágica una y otra vez de las políticas de frontera etnonacionales con propósitos excluyentes e incluso genocidas del Otro?

Al castellano acaban de traducir dos conferencias de Günter Grass de enorme interés, Escribir después de Auschwitz / Discurso de la Pérdida (Paidós). Reflexionando sobre el famoso aserto de Adorno —»escribir un poema después de Auschwitz es una barbaridad»—, Grass plantea que no hay que ver en tal afirmación ‘una prohibición’, sino por el contrario una toma de posición por la cual «Auschwitz no tiene fin». No se puede dar por zanjado Auschwitz «a no ser que el género humano quiera renunciar a sí mismo». La segunda conferencia de este enjundioso librito de Grass se contextualiza en los acontecimientos racistas que estaban teniendo lugar a principio de los 90 en Alemania contra gitanos y judíos, al tiempo que se discutía una muy reaccionaria Ley de Asilo y Emigración: «No hace falta seguir haciendo advertencia respecto al antisemitismo latente y declarado y respecto a los progromos, cuyas víctimas son preferentemente los gitanos. Auschwitz y Auschwitz-Birkenan, donde se asesinó a cerca de medio millón de romá y sinti, proyectan ya su sombra. Una vez más, en Alemania [como ahora en la Francia de Sarkozy], se clasifica a los gitanos como elementos asociales, y están permanentemente expuestos a la violencia» (págs. 89-90).

¿Por qué personajes como Sarkozy o Berlusconi odian a los gitanos? ¿Por qué han encontrado la comprensión de tanto gobernante europeo? ¿Por qué son aplaudidos inclusive entre los gobernantes y ciudadanos rumanos o búlgaros? Volvamos al texto de Günter Grass: «Porque son distintos. Todavía peor: son distintos entre los distintos». (p. 134); «ellos no tienen a nadie a su lado. Ningún diputado defiende con constancia su causa, es decir, su desamparo, en el Parlamento Europeo ni en el Bundestag. No hay ningún Estado al que puedan recurrir y que esté dispuesto a apoyar y convertir en asunto de Estado sus, desde Auschwitz, justas reclamaciones...» (p. 133).

El gran escritor alemán Heinrich Böll, quien según nos cuenta Günter Grass quiso ser enterrado acompañado de una orquesta musical gitana, dejó escrito un bello llamamiento que me parece hoy de actualidad para Europa: «Dejadlos que vengan y se queden, si es que quieren quedarse. Nos hacen falta. Dejad que medio millón o más de romá y sinti vivan entre nosotros, los alemanes. Los necesitamos, los necesitamos en extremo. Mirad a Portugal, ese pequeño país que, a pesar de los muchos refugiados de sus antiguas colonias con que cuenta, alberga a miles de gitanos que forman parte del país de la manera más natural. Ablandaos de una vez, duros teutones, y dad a los cabezas rapadas una respuesta que no lleve la marca del miedo, sino que sea valiente por humana. Dejad ya de una vez de arrojar a los gitanos al camino, como siempre hacéis. Podrían ayudarnos mucho, irritando un poco nuestro acrisolado orden».

Gitanos, Europa os necesita, para que el orden y la norma de los Sarkozy y Berlusconi de turno no consigan evaporar del todo el sueño de una Europa sin las fronteras etnonacionales de la exclusión y la xenofobia... «Los necesitamos, los necesitamos en extremo» (G. Grass).

Fuente: laopiniondemurcia.es

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